10 junio 2025 / por Orliana
En un mundo saturado de información y con un pulso social cada vez más acelerado, emergen historias que nos obligan a detenernos y reflexionar. Desde los resonantes ecos de estafas piramidales en el coaching ontológico en Argentina, que prometían ingresos millonarios que incluso hoy están plasmados en documentales y en libros, pasando por las sombras en la política chilena debido a posibles desvíos de fondos en campañas ligadas a la contratación de servicios de coaches ontológicos, hasta la inquietante denuncia de la BBC sobre una empresa de «coaching» que derivó en un culto controlador de vidas en el Reino Unido, entre otras denuncias menos noticiosas que hoy nos ponen de frente a un dilema ético ineludible.
Estas noticias, aunque aisladas y ajenas a nuestra práctica, tienen el potencial de arrojar una sombra sobre la identidad de una disciplina noble y de quienes, como Newfield Consulting, llevamos más de 30 años sosteniendo y transformando la vida de más de 11.000 personas. Hemos sido testigos de la profunda capacidad del ser humano para decidir y ajustar su devenir, y es precisamente por eso que, como consultora empresarial, escuela formadora y pionera del coaching ontológico, abogamos incansablemente por la defensa de la dignidad del ser humano.
La ontología del lenguaje: Un faro de integridad
En Newfield Consulting, nuestra carta valórica es la piedra angular de todo lo que hacemos, arraigada en el pensamiento de Rafael Echeverría, quien plasmó los fundamentos en su obra «Ética y Coaching« (Editorial JC Sáez Editor, 2011). Basados en principios ontológicos y una misión innegociable, buscamos mejorar la convivencia humana y con el planeta a través de una mirada filosófica emergente proveniente de la Ontología del Lenguaje. Aquí, la Pedagogía Ontológica Conversacional, desarrollada por Alicia Pizarro Domínguez (2023), actúa como un hilo conductor para crear un entorno que permita transformar interpretaciones arraigadas, rearticular narrativas sistémicas y, en definitiva, avanzar hacia una existencia más plena y consciente, pero transitoria, apoyados en la teoría del observador y su estructura de coherencia. En contraste con las prácticas cuestionables que emergen en la actualidad, el coaching ontológico, en su génesis como disciplina, pone en práctica la responsabilidad ineludible de revisar nuestras obsolescencias constantemente para preservar nuestra existencia.
Es precisamente en este contexto de desafíos éticos que la Ontología del Lenguaje y el coaching ontológico revelan su valor más profundo. No son meras herramientas de desarrollo personal; son competencias que anclan al individuo en su capacidad de discernimiento y en la responsabilidad de sus acciones. Un reciente estudio de Harvard Business Review, «What Self-Awareness Really Is (and How to Cultivate It)», subraya cómo el desarrollo de una profunda autoconciencia es fundamental para la toma de decisiones éticas y la construcción de entornos organizacionales íntegros. Esta premisa resuena con la base de lo que hacemos: potenciar la capacidad de los individuos para reflexionar autónomamente y, a partir de esa reflexión, diseñar futuros que no solo los beneficie a ellos, sino también a sus entornos.
Como lo expresa Rafael Echeverría, presidente de Newfield Consulting y autor de la Ontología del Lenguaje, uno de los principios fundamentales de la ontología del lenguaje es el de los resultados. Él señala: «Los resultados son la pauta ética más importante de nuestra existencia. Ellos nos permiten evaluar nuestras acciones, los supuestos desde los cuales operamos, así como nuestras vidas, la convivencia con los demás y el tipo de relación que mantenemos con nuestro entorno natural, permitiéndonos rectificar lo que sea necesario». Esta afirmación es disruptiva y crucial. No basta con una declaración de buenas intenciones; la ética efectiva se mide en las consecuencias de nuestras acciones, en el impacto que generamos en nosotros mismos, en nuestros seres queridos y en el planeta.
Quienes eligen estudiar con nosotros en la Escuela de Coaching de Rafael Echeverría, o reciben consultoría ontológica empresarial en nuestras sesiones de coaching ejecutivo y programas corporativos, comprenden que están adhiriéndose a una carta fundamental que salvaguarda la dignidad y los derechos de la existencia del ser humano que van más allá de adquirir las tan popularmente llamadas “habilidades blandas”.
Abrazamos la particularidad, la diferencia, la dicotomía, la riqueza de las imperfecciones y contradicciones, porque es precisamente desde esa complejidad que el ser humano es capaz de observar al observador que está siendo, evaluar sus acciones y resultados. Hoy, el mundo clama por seres humanos capaces de mirar el futuro con lentes que contemplen la convivencia humana, la ética, la preservación del planeta y la calidad de las relaciones. La integridad del ser humano y el diseño de sí mismo no son una mera especulación de buenas intenciones. Requiere un arduo trabajo de mirar nuestras sombras, tener coraje, y revisar esos aspectos arraigados que en algún momento nos permitieron sobrevivir, pero que hoy nos hacen obsoletos en un presente que es la conjugación de incertidumbre y abismos.
Las polémicas actuales nos obligan a preguntarnos: ¿Desde qué vereda nos paramos cuando, con conciencia y reflexión, diseñamos el ser humano que día a día estamos siendo?
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