¿Cuáles son mis límites en el desempeño como coach?. ¿Qué emociones surgen en mi cuando constato estos límites?
Cápsula de Ontología del Lenguaje y Coaching Ontológico
Por Alicia Pizarro Domínguez
Ser, ser humano, es contactar los límites día a día. Sin embargo, del siglo XX nos viene la idea de una libertad sin límites. Nos molestan los límites, nos sentimos restringidos, encerrados, enjaulados.
Este siglo, el XXI, nos ha dado un portazo en la cara como especie. El planeta se agota. Los recursos como el agua se acaban. Las fronteras se perciben ahora como nunca en la historia de la humanidad.
Como individuos de este siglo, dejamos de sentir la omnipotencia de los años anteriores, y vamos tomando consciencia de nuestras restricciones. No podemos hacerlo todo, no podemos percibirlo todo, somos seres limitados. Y una dolida humildad comienza a crecer.
Poco a poco, y no sin resistencias, hemos ido aceptando que nuestro sistema perceptivo no nos permite acceder a la complejidad de la realidad inmensa en la que vivimos. Habitamos en mundos interpretativos, dice el principio del observador de la Ontología del Lenguaje, y son esas interpretaciones las que nos permiten tender puentes hacia los demás y alimentar los vínculos que nos son vitales.
Ninguna profesión pone en evidencia los límites personales tanto como el coaching ontológico, interacción donde un humano busca comprender profundamente a otro humano, para abrir caminos de acción y modalidades de operar en el mundo nuevas y mejores.
Las mariposas en el estómago que siento cada vez que inicio un coaching, me recuerdan con sus aleteos que soy una estructura restringida, incompleta, limitada. Y solo desde ese miedo consciente, y desde el irrenunciable compromiso con el otro, puedo trascender mis propias fronteras, para tocar, con infinita humildad el alma de quien quiere trabajar conmigo sus dolores.
Cultivar, crecer, desarrollarnos como coaches implica percibir cada día nuestros propios límites para ampliarlos y permitir que más y más diversos seres humanos puedan ser comprendidos por nuestros ojos.
Alicia Pizarro Domínguez